martes, 24 de diciembre de 2019

La vendedora de cerillas (Den lille Pige med Svovlstikkerne) - Hans Christian Andersen





Título: La vendedora de cerillas, La pequeña cerillera, La vendedora de fósforos (Den lille Pige med Svovlstikkerne)
Autor: Hans Christian Andersen
Año: 1848
Género: Cuento / Infantil / Navideño



     

Frases

«Alguien se está muriendo» -pensó la niña, pues su abuela, la única persona que la había querido, pero que estaba muerta ya, le había dicho: -Cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios.


Envueltas las dos en un gran resplandor, henchidas de gozo, emprendieron el vuelo hacia las alturas, sin que la pequeña sintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios Nuestro Señor.

     

Personajes

La vendedora de cerillas: protagonista de la historia, pequeña niña de largo cabello rubio, humilde, hambrienta y mal vestida, que debe vender cerillas en las calles.

La abuelita: dulce y cariñosa, es la única persona que amó a la pequeña, pero que ya había fallecido

     

Resumen detallado (spoiler, incluye el final)


En una fría víspera de Año Nuevo, una pequeña niña está en la calle intentando vender sus cerillas. Ya ha oscurecido y, descalza y hambrienta, teme regresar a casa por el castigo que le dará su padre, pues no ha conseguido vender nada.

En un ángulo formado por dos casas, se sienta, acurrucándose como un ovillo. El frío es tan grande que se atreve a encender una cerilla para obtener algo de calor. Se imagina, entonces, que está junto a una gran estufa de hierro que le brinda su calor. Pero la imagen desaparece al consumirse la cerilla.

Enciende una segunda cerilla y esta vez ve como la pared de la casa se vuelve transparente. A través de ella puede ver una mesa servida, sobre la cual hay un pato relleno que salta de la mesa y se dirige hacia ella. Pero al consumirse la cerilla, la imagen desaparece.

Enciende una tercera cerilla y esta vez se ve sentada bajo un gran árbol de Navidad, más hermoso que el que viera tras las puertas de cristal de la casa de un rico comerciante. Al acabarse el fuego de la cerilla, el árbol desaparece y en lugar de las luces que lo adornaban, ve las estrellas en el cielo. Al notar que una de las estrellas deja una estela de fuego en el firmamento, piensa en que alguien está muriendo, recordando a su fallecida abuela que le decía que cuando una estrella caía, un alma se elevaba a Dios.

Al encender una nueva cerilla, la pequeña ve la imagen de su cariñosa abuelita a quien le pide que la lleve, temiendo que también desaparezca como lo hicieron las visiones anteriores. La pequeña enciende muchas cerillas, cuya luz hace que su abuelita se vea más hermosa que nunca.

La abuelita la toma en sus brazos y juntas, llenas de felicidad, ascienden al cielo, hacia “la mansión de Dios Nuestro Señor”.

A la mañana siguiente, el primer día del Año Nuevo, encontraron el cuerpecito sin vida de la pequeña, junto a varias cerillas consumidas. Las personas pensaron que con ellas había querido calentarse, pero todos ignoraban las maravillas que ella había visto y el “esplendor con que, en compañía de su anciana abuelita, había subido a la gloria del Año Nuevo”.

     

Opinión Personal
En solo un par de planas, Hans Christian Andersen es capaz de entregarnos una historia profunda que nos conmueve, llena de tristeza, adversidad, pero también de esperanza. Pues aunque pareciera tener un funesto final, en realidad nos entrega uno lleno de ilusión, sabiendo que el destino de la pequeña protagonista será el estar rodeada de amor y alegría por toda una eternidad, algo que en vida le había sido negado.

Es una historia que nos hace pensar en la necesidad y miseria que muchos congéneres viven aún en nuestros días, para los cuales ni las necesidades básicas son suplidas; hogares en los cuales los pequeños siguen siendo obligados a trabajar, amenazados por el castigo paternal. Es difícil pensar que esta historia, escrita hace más de 170 años, muestra una realidad que sigue siendo vigente hoy, en muchos rincones de nuestro planeta.

      




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