martes, 17 de diciembre de 2019

Canción de Navidad (A Christmas Carol) - Charles Dickens



Título: Canción de Navidad (A Christmas Carol)
Autor: Charles Dickens
Año: 1843
Género: Ficción / Clásicos / Navidad

Ebenezer Scrooge es un hombre avaro y egoísta, sarcástico y huraño con sus pocos seres allegados.

En la víspera de Navidad, el fantasma de su antiguo socio Jacob Marley se le manifiesta, anunciando la visita de los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras, en los siguientes tres días.

Junto a estos singulares personajes, Scrooge revivirá momentos olvidados, descubrirá realidades para él desconocidas y vislumbrará un futuro lúgubre y desgraciado.

Las emociones y las reflexiones que estos recorridos removerán en Scrooge acabarán obrando en su existencia una gran transformación.

     

Frases

 “El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.”


 “ —Pues sí —replicó Scrooge—. ¡Feliz Navidad! ¿Qué derecho tienes tú a ser feliz? ¿Qué razones tienes tú para ser feliz? ¡Si eres pobre!
  —Bueno, puede ser... —respondió alegremente el sobrino—. ¿Y qué derecho tiene usted a estar tan enfurruñado? ¿Qué razones tiene usted para estar tan malhumorado? ¡Si es usted muy rico!”



 “Pero estoy seguro de que siempre he pensado en la Navidad, cuando está a punto de llegar, como una buena época, dejando aparte el respeto debido a su nombre y a su origen sagrado, si es que algo de eso puede dejarse aparte, claro.”


 “—...mi secretario, con quince chelines a la semana, y una mujer y una familia a su cargo, hablando de una feliz Navidad. Tendré que llevarlo al manicomio.”


 “Scrooge había oído decir a menudo que Marley no tenía entrañas, pero nunca lo había creído... hasta ese momento.”


 “—¿Quién y qué eres? —preguntó Scrooge.
   — Soy el fantasma de las Navidades pasadas.
   —¿Pasadas? ¿De hace mucho tiempo?
   — No. De tu pasado.”

 

 “ —La escuela no se ha quedado del todo vacía... —dijo el fantasma—. Un Niño solitario, olvidado por sus compañeros, aún sigue allí. Scrooge dijo que ya lo sabía. Y comenzó a sollozar.”


 “Fezziwig tiene la potestad de hacernos felices o infelices, hacer que nuestro trabajo sea agradable o insoportable, un placer o un castigo. Digamos que su poder reside en las palabras y en las miradas, en gestos tan leves e insignificantes que es imposible valorarlos y contarlos..., ¿y qué? La felicidad que nos proporciona es tan enorme como si costara una fortuna...”


“—¿Y que tal se ha portado el pequeño Tim? —preguntó la señora Cratchit.
  —¡A las mil maravillas —dijo Bob—, y aún mejor! A veces se queda un poco meditabundo al estar sentado solo tanto tiempo, y piensa las cosas más extrañas que puedas imaginarte. Me ha dicho, viniendo para casa, que esperaba que la gente lo viera en la iglesia, porque, siendo un lisiado, eso podría alegrar a otras personas y recordarles, en Navidad, a aquel que conseguía que los mendigos tullidos caminaran y los ciegos vieran.”


“Es justo e incluso espléndidamente útil para el correcto funcionamiento del mundo que aunque existe la infección en las enfermedades y en las penas, no haya nada en el mundo tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor.”



“En realidad, para un hombre que había estado durante tantos años sin practicar, tenía una risa espléndida, una risa de lo más luminosa. Y aquélla fue la primera de una larga, larga, larguísima estirpe de espléndidas carcajadas.”


     

Personajes

 Ebenezer Scrooge: hombre avaro, codicioso, roñoso, tacaño, egoísta, mezquino y miserable, que desprecia todo lo relacionado con la Navidad. Duro y cruel, taciturno, reservado y solitario. De rasgos envejecidos, afilada nariz ganchuda, mejillas arrugadas, ojos enrojecidos, labios amoratados, y de voz estridente con un desagradable tono de astucia maliciosa.

 Jacob Marley: socio de Scrooge, quien había sido su único albacea, único administrador, único cesionario, y único heredero legítimo, su único amigo y su único allegado en el entierro. Muerto siete años atrás. Cuando visita a Scrooge como espectro, su cuerpo es transparente, tiene la misma cara que cuando vivía, con su coleta, vistiendo el chaleco de siempre, con sus calzas y botas, con las borlas de su calzado despeluzadas igual que su coleta, y los faldones de su levita y el pelo de la cabeza. Llevaba arrastrando una larga cadena que lo atenazaba por la cintura, y que llevaba enrollada alrededor del cuerpo, hecha con cajas de caudales, llaves, candados, libros de ciencias, títulos de propiedad y pesados monederos de acero.

 Fantasma de las Navidades pasadas: primer fantasma, anunciado por el espectro de Marley, que visita a Scrooge. De enana estatura, sus cabellos, que le cuelgan por la nuca y por la espalda, son blancos como las canas propias de la edad, pero su rostro no tiene ni una sola arruga y la piel luce con la lozanía más tersa. Los brazos son largos y musculosos, al igual que las manos. Las piernas y pies están desnudos y son como los miembros superiores, torneados con una singular elegancia. Viste una túnica de un blanco purísimo, adornada con flores estivales, con un cinturón deslumbrante de un precioso brillo. Lleva en la mano una ramita de acebo fresco. De la corona que lleva en la cabeza sale un brillante rayo de luz. Su voz es dulce, amable y extrañamente baja.

 Fantasma de la Navidad actual: gigante de aspecto jovial, que sostiene una antorcha ardiente en la mano, muy similar al cuerno de la abundancia; vestido con una sencilla túnica de color verde oscuro, una especie de capa adornada con un festón de piel blanca, que deja al descubierto su pecho desnudo. Sus pies están desnudos y en la cabeza lleva una guirnalda de acebo. Tiene largos y limpios rizos castaños y un rostro amable, mirada centelleante, voz alegre, gestos confiados y expresión feliz. De naturaleza Amable, generosa y cordial, con una clara compasión para con los pobres.


 Fantasma de las Navidades futuras: último fantasma que visita a Scrooge. Un ser envuelto completamente en una especie de mortaja negra, en la que oculta todo su cuerpo y deja a la vista solo una mano tendida. No habla ni emite ningún sonido. Es, según Scrooge, un ser alto y majestuoso.

 Fan: hermana menor de Scrooge, una criatura delicada pero de gran corazón.

 Fezziwig: dueño del taller donde Scrooge fue aprendiz.

 Dick Wilkins: compañero de Scrooge en el taller de Fezziwig.

 Belle: hermosa joven, huérfana y sin dote, que estuvo comprometida con Scrooge y que dio por terminado su compromiso cuando él se volvió un hombre ambicioso.

 Robert, Bob, Cratchit: Secretario de Scrooge, un hombre humilde y trabajador.

 Sra Cratchit: esposa de Bob.

 Belinda Cratchit: segunda de las hijas de Bob.

 Peter Cratchit: caballerete, hijo y heredero de Bob.

 Martha Cratchit: hija de Bob, aprendiza en una sombrerería.

 Tiny Tim: hijo del matrimonio Ceatchit, que debe utilizar una muleta y llevar las piernas sujetas con un aparato de hierro.

 Fred: sobrino de Scrooge, hijo de Fan, la hermana menor de Scrooge, quien ya había fallecido. Es un joven muy jovial muy dado a reírse de buena gana.

 Esposa de Fred: es una joven extraordinariamente guapa, con una preciosa cara con hoyuelos, con una permanente expresión de sorpresa, una delicada boca, algunos bonitos lunares en la barbilla que se juntaban cuando reía, y unos ojos muy alegres. También tiene un aire provocador, pero con un comportamiento perfectamente apropiado.

 Topper: amigo de Fred y su señora, que tiene un claro interés en la hermana gordezuela de ella.


 La criada: criada de Scrooge, quien le roba las cortinas de cama cuando éste muere.

 Joe: vagabundo canoso, de unos setenta años de edad, que compra artículos para luego revenderlos. 

 Señora Dilbert: la lavandera, quien le roba a Scrooge sábanas, toallas, ropa, zapatos y algunos artículos, cuando éste muere.

 El hombre de la funeraria: quien le roba a Scrooge dos anillos, un plumier, un par de gemelos y un broche de poco valor, cuando éste muere.

     

Resumen detallado (spoiler)

El fantasma de Marley
Se acerca Navidad, y mientras una densa neblina cubre las calles de la ciudad, el frío parece ser más cruel que nunca. Scrooge, un hombre con muy malas cualidades, ajeno totalmente a las necesidades de otros, y que desprecia completamente la Navidad, trabaja como de costumbre en su despacho de Scrooge & Marley. La última parte del nombre se debe a su antiguo socio, Jacob Marley, fallecido siete años atrás.

La apatía de Scrooger le hace rechazar la invitación de su sobrino a cenar con él y su familia la noche de Navidad. También a negarse a dar un donativo para los pobres. Y de muy mala gana, concede el día de Navidad libre a su mal pagado secretario.

Al llegar a su solitaria y deprimente vivienda, ve, por un momento, en lugar de la aldaba de la puerta, la cara de Marley. Intenta desechar esa visión y subiendo las sombrías escaleras, se encierra con llave en su habitación. Pero no puede evitar que ante él se presente el mismísimo espectro de su antiguo socio. Marley, envuelto en una larga cadena que él mismo se había fabricado en vida, tiene la intención de darle una advertencia a su viejo amigo para evitar que pase por las mismas penurias de las que él es prisionero. Para ello recibirá la visita de tres espíritus en las siguientes tres noches.

A la hora indicada, se presenta el fantasma de las Navidades pasadas, que lleva a Scrooge por un recorrido por su pasado, partiendo por su solitaria niñez en la escuela. Luego revive el momento en que su pequeña hermana Fan lo va a buscar para que regrese a casa y pasen juntos la siguientes Navidades. La delicada Fan, de gran corazón, que murió siendo ya una mujercita, pero que alcanzó a tener un hijo: el sobrino que Scrooge insiste en tratar mal.

La siguiente parada es en el taller del señor Fezziwig, donde Scrooge y su amigo Dick eran aprendices. Para Navidad, el señor Fezziwig realizaba en el mismo taller una amena y concurrida celebración, que Scrooge volvió a disfrutar como en su juventud. Al darse cuenta de lo bien que el señor Fezziwig lo trataba, y de lo feliz que era trabajando para él, sintió remordimiento por lo mal que trataba a su propio secretario.

Lo que sigue es revivir la escena en que su prometida, la hermosa y joven Belle, rompe su compromiso, argumentando que él había cambiado al mejorar su fortuna material y que ya no sería feliz al lado de una huérfana sin dote como ella. Pero luego la ve a ella, madre de varios niños, feliz en su hogar y al lado de un buen marido, quien le comenta haber visto esa misma tarde al señor Scrooge trabajando en su oficina. Con su socio al borde de la muerte, le parece que es un hombre que está completamente solo en el mundo.

Scrooge no soporta seguir reviviendo esas escenas de su pasado y se esfuerza en ponerle el matacandelas en la cabeza al fantasma, el cual termina desvaneciéndose.

El fantasma de la Navidad actual
Al día siguiente, Scrooge es visitado por el fantasma de la Navidad actual, quien primero lo hace recorrer las calles de la ciudad, la mañana de Navidad. A pesar de la neblina y frío clima, reina un ambiente de alegría en todas partes, incluyendo el colorido mercado, donde se compran las cosas para la cena navideña. También visitan los hornos, que los panaderos dejan de usar el día de Navidad para que los más desposeídos puedan utilizar para hornear sus cenas navideñas.

A continuación se dirigen a la casa del secretario de Scrooge, Bob Cratchit. Es un hogar muy humilde, con una familia muy numerosa, pero todos preparan felices la cena de navidad y la disfrutan alegremente, incluyendo al pequeño Tim, uno de los hijos, un niño feliz pero gravemente enfermo. Ante la pregunta de Scrooge sobre el futuro del niño, el fantasma responde que el pequeño no sobrevivirá mucho tiempo más. Bob Cratchit hace un brindis por el señor Scrooge, el “patrocinador de ese banquete”, lo cual no es muy bien recibido por su esposa, quien opina que solo en Navidad se puede brindar a la salud de un hombre tan “odioso, mezquino, cruel e insensible.” Pero el incómodo momento pasó y la feliz familia continuó con su celebración, “agradecidos y contentos de estar juntos y satisfechos con lo que les había tocado.”

El fantasma y Scrooge siguen recorriendo la ciudad, viendo como diferentes hogares y diferentes familias celebraban la Navidad. Así como las celebraciones en el hogar de un minero, en un faro construido sobre un acantilado y en un barco en medio del mar.

Finalmente llegan al hogar del sobrino de Scrooge, Fred, donde el joven, junto a su esposa, parientes y amigos, pasan una noche llena de risas, juegos y adivinanzas. Scrooge se siente tan entusiasmado que participa de los juegos, aunque nadie pueda verlo ni escucharlo. Y cuando Fred pronuncia un brindis en su honor, Scrooge lo agradece feliz, aunque nadie pueda darse cuenta de ello.

Muchos fueron los lugares a los que el fantasma llevó a Scrooge, algunos muy pobres y miserable, pero en todos aquellos donde la Navidad era bien recibida, reinaba la alegría.

Scrooge siente que el recorrido ha durado más tiempo que lo pensado. El fantasma ha ido envejeciendo al punto que sus cabellos se han vuelto blancos. Y bajo su túnica aparecen dos niños de horrible aspecto, como dos monstruos. Son la Ignorancia y la Necesidad, dos males de la humanidad que se aferran al fantasma, quien advierte a Scrooge que debe cuidarse de ellos.

El terrible y sombrío Espíritu del Futuro le muestra el destino de los avaros. Su casa saqueada por los pobres, el recuerdo gris de sus amigos de la Bolsa de Valores, la muerte del pequeño Tim y lo más espantoso: su propia tumba, ante la cual Scrooge se horroriza de tal forma que suplica una nueva oportunidad para cambiar.

Finalmente Scrooge despierta en su habitación el día de Navidad convertido en un hombre generoso y amable, ávido de celebrar las fiestas con los demás. Tras acudir a cenar a casa de su sobrino, brindar un donativo considerable a los pobres además de aumentar el sueldo de Cratchit y ofrecerle apoyo económico para el cuidado del pequeño Tim, se revela que Scrooge «no volvió a tener trato con aparecidos, pero en adelante vivió bajo el principio de abstinencia total y siempre se dijo de él que sabía mantener el espíritu de la Navidad como nadie».

     

Opinión Personal

Es increíble que durante toda mi vida nuca he leído este clásico navideño. La historia la conozco bastante bien por las numerosas las películas que se han hecho y que suelen recobrar vida en estas felices fiestas. Pero, repito, nunca había leído el libro.

Debo reconocer que la lectura obligatoria, en el colegio, de David Copperfield, me llevó a un desagradable acercamiento a las obras de Charles Dickens, por lo que tampoco me sentí nunca motivada a tomar alguno de sus libros. Pero ahora pienso que no es posible que una mala experiencia condene de por vida a un gran autor.

Así fue como este año, teniendo el libro en mis manos, no encontré excusa alguna que me impidiera leer este clásico de todos los tiempos. Resultado: de lo único que me arrepiento es de no haber tomado esta decisión antes.

Desde las primeras páginas me encantó la forma en que se narra la historia, ingeniosa, divertida, a veces irónica. Con un personaje principal tan avaro, malhumorado y desagradable, que uno llega a disfrutar lo malo que le pueda ocurrir. Y, aún así, igual nos vemos afectados cuando nos damos cuenta que un corazón de hielo también puede derretirse al enfrentarse al calor de los mejores sentimientos humanos.

Es una hermosa historia, con especiales personajes y un bello final. Una historia de Navidad digna de disfrutarse una y otra vez en esta bella época del año.


      




¿Ya leíste el libro? ¿Qué opinas de él...

No hay comentarios :

Publicar un comentario